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Del
Neuquén para el Mundo
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Neuquén
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- Patagonia - República Argentina - Fecha de inicio 28 de abril
de 2.006
MENSAJE DEL
PRESIDENTE MAURICIO MACRI SIN CONCLUSIONES
Apertura de Sesiones ordinarias
en el Congreso Nacional.
Señores
gobernadores, representantes del cuerpo diplomático, miembros del
Congreso, invitados especiales, queridos argentinos.
Estoy acá
por segunda vez abriendo un período legislativo. Espero que este
año en la relación del Poder Ejecutivo con el Congreso podamos
repetir mucho de lo que vivimos el año anterior: un trabajo responsable
y colaborativo.
Juntos pudimos ir
más allá de nuestras legítimas diferencias y aprobar
leyes necesarias para comenzar a resolver muchos problemas.
Empiezo, entonces,
agradeciendo la buena voluntad de estas cámaras y convocándolas
a seguir avanzando. Agradezco también a todos los argentinos por
entender que para conseguir los cambios que necesita el país hace
falta tiempo.
Siempre supimos
que el camino iba a ser difícil. Son muchos los que no quieren que
las cosas cambien, los que resisten, los que ponen palos en la rueda.
Pero eso no nos
tiene que desanimar. Tenemos que seguir avanzando, aferrados a nuestras
convicciones y a nuestros valores, convencidos de que somos mejores que
esta vida que estamos llevando.
Los argentinos tuvimos
que poner el hombro pero estamos logrando cambios.
Juntos estamos sentando
las bases sobre las que crece un país: rutas, puertos, agua, cloacas,
energía, puentes, aeropuertos.
Eso que faltaba
hacer y no se hacía porque nadie se animaba al largo plazo, a cambiar
las cosas en serio, a construir las bases para edificar el país
que queremos.
Era más fácil
mirar al corto plazo, que puede ser atractivo pero se agota y deja a muchas
personas peor que antes.
Estamos construyendo
la estructura fundamental de un país que nos contenga a todos, a
los argentinos del presente y los del futuro.
Superamos lo más
difícil de esta transición y el país está cambiando.
Argentina se está poniendo de pie.
Aparecen las señales
de una mejora en la economía y estoy seguro, completamente seguro,
de que 2017 será mejor que el año anterior.
Y más importante
aún, lo mismo pasará en 2018 y 2019. Cada año vamos
a estar mejor porque estamos sentando bases sólidas y duraderas.
Nuestro desafío
más grande es sacar a millones de argentinos de la pobreza. Para
hacerlo necesitamos más acuerdos y más realidades, menos
exaltación y menos símbolos, menos relato y más verdad.
Hablar con la verdad
es comunicar las cifras, las reales, y también hablar de los obstáculos
que encontramos y decirles que la situación requiere del aporte
de todos.
Es convocarlos a
participar para que todos los argentinos colaboremos juntos en la tarea
de cambiar al país.
Es reconocer que
este camino conlleva dificultades y tomar las medidas para cuidar a los
que más sufren.
Como país,
tenemos que hacernos cargo de nuestros problemas y dar respuestas contundentes
que exigen un cambio de mentalidad y una nueva manera de vincularnos.
Lo que complica
nuestro desarrollo son nuestras propias limitaciones, nuestra tendencia
a empantanarnos en los problemas y rechazar las soluciones posibles.
Hay que acabar con
el enfrentamiento que nos ha estancado y dar paso a una cultura de diálogo,
de comprensión, de trabajo y entusiasmo.
A algunos les parecerá
menos épico que la retórica de las grandes batallas pero
no asumimos la presidencia para que nos hagan un monumento.
Estamos acá
para construir una Argentina donde cada persona pueda proyectar la vida
que espera.
No creemos en los
liderazgos mesiánicos. Vinimos a la política a encontrar
soluciones, dialogando y trabajando juntos.
Sigamos colaborando
unos con otros. Con la humildad y la madurez de entender que el cambio
se logra juntos, día a día.
Hace un año
compartí un diagnóstico de la situación en que encontramos
a la Argentina cuando asumimos: venía de años de simulación
y de un intento intencional y organizado de ocultar los verdaderos problemas.
Desde ese día,
pasaron 12 meses en los que trabajamos para revertir esta situación
y poner en marcha un plan de gobierno integral, organizado en 8 objetivos
y 100 prioridades.
Este plan nos guía
en esos tres sueños, esos tres desafíos por los que los invité
a trabajar juntos el año pasado: pobreza cero, combatir al narcotráfico
y unir a los argentinos.
Hoy, quiero compartir
los avances de esta hoja de ruta para que todos los argentinos sepamos
hacia dónde vamos, cuál es el rumbo y la visión general
del país que proyectamos.
Mi principal preocupación
y prioridad es reducir la pobreza. Como dije más de una vez, quiero
que juzguen mi presidencia por cómo logramos avanzar en ese objetivo.
Gobernar es una
tarea humana. Implica acompañar y cuidar a quienes necesitan una
respuesta del Estado.
Implica también
tomar las medidas necesarias para que el país crezca y genere oportunidades
para todos.
Más adelante
voy a referirme a estas medidas pero primero quiero hablarles de quienes
necesitan una respuesta más urgente.
Recibimos un país
en el que 1 de cada 3 argentinos vive en situación de pobreza o
indigencia. Es una cifra real, según las estadísticas del
INDEC en las que después de años podemos confiar.
Es mucho más
que un número. Son personas que, mientras estamos en este recinto,
esperan soluciones concretas.
Pese a los miedos
que muchos querían imponer, mantuvimos, ampliamos y fortalecimos
derechos sociales, principalmente en jubilaciones, asignaciones familiares
y tarifas sociales.
Hicimos realidad
derechos que antes se quedaban en el papel y creamos nuevos derechos como
la Pensión Universal para Adultos Mayores.
Con casi 9 millones
de asignaciones familiares, alcanzamos el valor más alto de cobertura
de este régimen. Más de 1 millón y medio de chicos
comenzaron a recibir asignaciones familiares o por hijo.
Y no esperamos que
vengan a las oficinas de Anses, fuimos por el país a buscar chicos
que no tenían DNI.
La mejor forma de
igualar oportunidades es llevar el Estado donde antes no llegaba. Sin clientelismos
ni punteros.
Implementamos El
Estado en tu Barrio, operativos en los lugares más vulnerables donde
se puede tramitar el DNI, la AUH, vacunar a los hijos y asesorarse sobre
empleo, tarifas sociales y otros servicios.
La presencia del
Estado también se traduce en obras de infraestructura social.
No podemos permitir
que en un país como el nuestro haya 12 millones de personas viviendo
en villas y barrios precarios, sin agua ni servicios básicos.
Cuando digo que
trabajamos en serio para construir las bases del crecimiento hablo de esto.
De algo tan básico
como abrir una canilla y que salga agua limpia.
Ya identificamos
las zonas más críticas. Este año vamos a mejorar la
situación de más de 480.000 familias, urbanizando 381 asentamientos
informales con agua potable, cloacas, veredas iluminadas y espacios públicos
de calidad.
Estamos terminando
obras de agua y cloacas en las 100 localidades más vulnerables,
la mayoría en provincias del Plan Belgrano, como el caso de la comunidad
"Wichi Asunción", en Salta, donde a fin de año 650 familias
tendrán agua corriente por primera vez. Recibimos un país
donde solo el 41% de los argentinos tienen cloacas. La meta es que en cuatro
años el 75% las tenga y que toda la población urbana tenga
agua corriente.
15 millones de argentinos
hoy no tienen obra social ni prepaga. Creamos la Cobertura Universal de
Salud para que estén protegidos y si tienen un problema reciban
atención.
El año pasado
fortalecimos a las obras sociales sindicales, reconociendo una deuda histórica
que reclamaban y haciendo reformas para servir mejor a sus afiliados.
La columna vertebral
de nuestro sistema de salud es la atención primaria. Acá
está Luis, un médico rural de La Rioja, que sabe bien de
lo que hablo. Estuvo de guardia durante más de un mes, dormía
en el hospital por si surgía alguna urgencia. Su caso muestra que
hay mucho por mejorar, pero también es un ejemplo de lo valiosos
que son nuestros médicos, con su noble vocación de cuidarnos.
Me importa que cada
chico, cada adolescente y adulto tenga los conocimientos y las herramientas
para proteger su salud.
Lanzaremos en los
próximos días el Plan Nacional para personas con Discapacidad,
porque también queremos trabajar los derechos humanos de hoy.
La vivienda y la
salud son fundamentales, pero las verdaderas oportunidades nacen con la
educación.
Estamos decididos
a llevar adelante una Revolución Educativa en Argentina.
Queremos que a nuestro
futuro le sobre crecimiento sin pobreza, desarrollo sin exclusión
y maestros sin frustraciones.
Queremos que a los
jóvenes el futuro se les presente como un desafío, donde
las oportunidades los encuentren a diario.
Tenemos que inspirarnos
en los chicos, que tienen la imaginación más pura, el corazón
más honesto, la mirada más profunda y la confianza más
plena.
La confianza de
los pequeños nos obliga a ser grandes. Es su futuro lo que está
en juego, y nuestras decisiones deben ir más allá de cualquier
diferencia.
La educación
nos une.
Tenemos que revolucionar
la educación para que vayan a la escuela con entusiasmo por aprender
y que no abandonen.
Hoy la mitad de
los chicos no termina el secundario.
En pocos días
lanzaremos el programa Asistiré, para detener la deserción
y salir a buscar a quienes abandonaron la escuela.
Nazcan donde nazcan,
los chicos tienen que tener las mismas oportunidades.
Aprendan donde aprendan,
tienen que contar con la tecnología para estar conectados entre
sí y con el mundo. Ya no hay distancias para las escuelas rurales.
Vamos a conectar a Internet a 2.000 escuelas a través del satélite
ARSAT-2.
Y estamos trabajando
para que cada vez más jóvenes puedan llegar a la universidad
y recibirse. Las universidades públicas tienen un rol fundamental.
Por eso aumentamos su presupuesto y las articulamos con los demás
sistemas educativos y el científico.
Los docentes tienen
un papel clave.
Necesitamos docentes
formados, motivados y reconocidos. Enseñen donde enseñen,
tienen que poder realizarse en sus vocaciones y tener un sueldo digno.
Tenemos que apoyarlos
en su tarea, especialmente cuando son víctimas de agresiones como
el caso de las maestras Mónica y Raquel, de Rosario de la Frontera,
en Salta. No pasaron de grado a una alumna y la madre las golpeó
en el aula frente a todos los chicos. O María Marta, que está
acá con nosotros, que fue amenazada con una bala por tomar un examen.
Para cuidar a los
docentes, les pido que sancionen el proyecto que agrava las penas a quienes
los atacan.
Y para mejorar,
hay que medir. En 2016, casi 900 mil alumnos participaron del Operativo
Aprender.
Les pido que traten
el proyecto de creación del Instituto de Evaluación de la
Calidad Educativa con la profundidad que merece.
Para trabajar juntos,
impulsamos el Compromiso por la Educación, donde la comunidad educativa
y cada provincia tienen voz y participan.
Esta revolución
educativa necesita sumarse a los impresionantes cambios tecnológicos
que vivimos.
Hace un año
prometimos que, continuando un programa del gobierno anterior, en cuatro
años hasta el pueblito más alejado tendrá acceso a
internet.
En 2015 contábamos
con 65 localidades conectadas. Ya triplicamos ese número y a fin
de año serán más de 800.
Dije que lo más
urgente es ocuparnos de los más vulnerables.
Cada 37 horas una
mujer muere por violencia de género.
Todos nos unimos
detrás del grito "Ni una menos".
Es un desafío
que tenemos que encarar juntos, poniendo fin a la violencia machista.
Tenemos que terminar
con los patrones culturales que naturalizan la agresión a la mujer.
El elemento fundamental es la educación, desde la política,
la escuela y en cada casa. Por eso pusimos en marcha el Plan Nacional contra
la violencia de género.
El año pasado
avanzamos juntos en una medida indispensable para cuidar a nuestros abuelos.
Con la reparación histórica, pusimos fin a una estafa de
décadas. Casi 1.000.000 de jubilados ahora tienen sus jubilaciones
corregidas.
Para reducir la
pobreza, Argentina tiene que crecer. Llevamos cinco años sin crecimiento
ni generación de empleo. Sé que muchos lo sufren. Pero estamos
saliendo.
En 2017 la economía
va a crecer. Estamos trabajando en las cuestiones de fondo para que sea
el comienzo de un período de crecimiento sostenido, año a
año.
Debemos crear un
contexto de confianza; confianza en nuestro potencial de crecimiento y
que la inflación estará controlada.
La inflación
es tóxica. Destruye el salario de los trabajadores, dificulta ahorrar,
paraliza la inversión y nos impide mirar a largo plazo.
Los gobiernos anteriores
la fomentaron y la quisieron esconder. Nosotros la enfrentamos y hoy está
en un claro camino descendente. El Banco Central cumplió con sus
metas: en el segundo semestre la inflación fue de 8,9%, la más
baja anualizada desde 2008.
La tendencia es
clara. Empresarios y trabajadores deberían tomar en cuenta esta
tendencia y la meta de inflación de entre 12% y 17% del Banco Central
para 2017.
El Banco Central
se fijó para 2019 una meta del 5% anual. Sabemos que es posible
con un Banco Central independiente. La experiencia muestra que los países
que bajan su inflación crecen más en los años siguientes.
Ya probamos con
alta inflación: la economía crece menos y los salarios siempre
son alcanzados y superados por ella.
Durante años
el Estado dio la espalda a esta realidad y se negó a actualizar
el mínimo no imponible del Impuesto a los Ingresos.
Nosotros revertimos
este daño, actualizando el mínimo no imponible y corriendo
las escalas sin caer en el populismo irresponsable.
Gracias a la confianza
que generamos, el año pasado salimos del default que nos aisló
durante casi 15 años. Eso nos permitió incorporarnos al mundo
y tener credibilidad internacional. Hoy el país se financia en el
mercado a tasas mucho menores y el crédito empieza a fluir para
las familias y empresas argentinas.
Entre 2015 y 2016
redujimos el déficit fiscal de 5,2% a 4,6% del PBI. Después
de años de manipulación, sancionamos un presupuesto calculado
sobre datos reales. Para 2017, nos comprometemos a cumplir con la meta
de 4,2% de ese presupuesto, y las metas para 2018 y 2019 son de 3,2% y
2,2%.
Un claro ejemplo
de que la confianza aumenta es el éxito del sinceramiento fiscal.
Al 31 de enero logramos una recaudación de casi 115 mil millones
de pesos, lo que nos permite hacer frente a la reparación histórica
para los jubilados.
Sobre esa base de
confianza tenemos que trabajar para ser cada día más competitivos.
Queremos una Argentina
que fortalezca la cultura del trabajo y que retribuya ese trabajo con cada
vez mejores estándares de vida.
Para enfrentar las
dificultades de la transición fuimos tomando las medidas que hacían
falta. Modificamos el seguro de desempleo y lanzamos el programa de transformación
productiva para ayudar a quienes tienen proyectos de crecimiento a encontrarse
con los trabajadores que necesitan reinsertarse en empleos sostenibles.
Argentina tiene
grandes oportunidades en distintos sectores.
Los argentinos que
trabajan en el campo tienen potencial para ganar lugar en los supermercados
del mundo.
Al mejorar sus condiciones,
los productores respondieron con inversión y crecimiento. En 2016
la venta de tractores aumentó 25%, la de cosechadoras 54% y la de
sembradoras un 80%. La cosecha de trigo fue la más alta de la historia,
y este año esperamos una cosecha total record de 130 millones de
toneladas.
Esto significa más
exportación, más comercio, más transporte y más
empleo en todo el país.
Abrimos 22 nuevos
mercados internacionales para 40 productos argentinos.
El turismo puede
atraer a millones de personas y eso genera empleo. Tras 15 años
de demora, reglamentamos el Reintegro del IVA en alojamientos para el turista
extranjero.
Tenemos que encontrar,
entre todos, la manera responsable de aprovechar nuestro enorme potencial
minero, cuidando el ambiente y beneficiando a la gente.
Y tenemos decenas
de sectores industriales y de servicios de primer nivel internacional.
Con estas y otras
actividades, dialogando con empresarios y trabajadores, tomamos medidas
como el Plan Nacional de Turismo y la Ley Autopartista.
Necesitamos una
ley de emprendedores para que quienes tengan una idea y quieran lanzar
su proyecto puedan hacerlo fácilmente. Como la Ley PyME, que generó
alivio fiscal, fomento a inversiones, menos retenciones y más crédito,
ahora necesitamos darle un empuje a los emprendedores.
Para que Argentina
se convierta en un polo tecnológico, enviaremos una modificación
a la Ley de Protección de Datos Personales: así, más
empresas podrán radicarse y generar trabajo.
2016 fue el primer
año desde que se impuso el cepo cambiario en 2011 en el que crecieron
las exportaciones: aumentaron casi 2% en dólares y casi 7% en cantidades
respecto de 2015.
Pero tenemos que
cambiar mucho para que la productividad y las exportaciones lleguen a nuestro
verdadero potencial.
Necesitamos una
reforma tributaria seria y profunda para dejar de aplastar a quienes crean
y tener un sistema más equitativo, progresivo y simplificado. Este
año trabajaremos juntos en este camino en la Comisión Bicameral
para la Reforma Tributaria.
Las actitudes oportunistas
nos han impedido consensuar una reforma una y otra vez. Nación y
provincias tenemos que ir a esta discusión con generosidad, responsabilidad
y visión de largo plazo para encarar un problema que arrastramos
hace décadas.
Todavía tenemos
pendiente la reforma de la coparticipación que debería haberse
sancionado hace dos décadas según la Constitución.
Estamos acompañando
a quienes quieran aumentar su productividad. Durante 2016, casi un millón
de personas participaron en programas de empleo y capacitación.
La competitividad
no se consigue con una devaluación, ni a costa de los trabajadores.
La conseguimos juntos, desatando trabas, en un camino largo pero duradero.
El acuerdo de Vaca
Muerta nos muestra el camino. Empresarios, trabajadores, gobierno de Neuquén
y nacional logramos generar una oportunidad para el futuro de los neuquinos
y de todo el país, y ya vemos anuncios concretos de nuevas inversiones.
Para crecer, necesitamos
que haya más crédito a menores tasas, a plazos más
largos y en nuestra propia moneda.
Esto se construye
con confianza, con tiempo, con un Estado que reduce su déficit fiscal
y con bancos públicos más comprometidos con el desarrollo
de las PyMES.
También con
mejores regulaciones: el Congreso ya tiene para su consideración
una nueva ley de Mercado de Capitales para canalizar el ahorro para la
inversión y la generación de empleo.
La ciencia, la tecnología
y la innovación son clave para el crecimiento.
Vamos a fomentar
la inversión pública y privada en investigación científica,
desarrollo tecnológico e innovación productiva.
Queremos que los
científicos puedan hacer cada vez más y mejor investigación,
y crear un puente donde la vinculación y transferencia con el sector
productivo sea una realidad.
Tenemos que hacer
que el desarrollo llegue a todo el país. Con el Plan Belgrano empezamos
a saldar una deuda histórica con las provincias del norte.
Y en febrero lanzamos
el Proyecto Patagonia con todos los gobernadores de la región.
Las economías
regionales necesitan infraestructura para crecer.
Estamos implementando
el Plan Nacional de Transporte más ambicioso de la historia, que
dará más seguridad a los argentinos y generará miles
de puestos de trabajo.
El Plan también
bajará costos logísticos, generando oportunidades de empleo
para que más personas puedan desarrollarse sin tener que abandonar
el lugar donde nacieron.
Las obras generan
trabajo, ponen al país en movimiento.
En cuatro años
esperamos construir 2.800 kilómetros de autopistas: 1.100 ya están
en construcción. A fin de este año vamos a tener 25.000 kilómetros
de rutas en construcción en todo el país, algo inédito
en nuestra historia.
El Plan Ferroviario
de Cargas incluye la renovación de 1.600 kilómetros de vías
del Belgrano Cargas que tanto esperaron los productores salteños,
jujeños y de otras provincias. Ya tenemos más de 500 kilómetros
de vías en reconstrucción integral. Y a fin de año
comenzará la renovación del Ferrocarril San Martín
Cargas.
Estamos modernizando
los aeropuertos para mejorar la seguridad, la capacidad exportadora, duplicar
el tráfico aéreo y generar miles de puestos de trabajo gracias
al turismo.
Las obras del aeropuerto
de Tucumán ayudaron a que en 2016 las exportaciones de arándanos
aumentaran un 58%.
En 2016 dimos pasos
concretos para garantizar la seguridad energética y mitigar el impacto
en el cambio climático.
Después de
una década de despilfarro y corrupción, empezamos a normalizar
el sector energético para que familias, comercios y fábricas
tengan energía cuando la necesitan.
En este proceso
no dejamos a nadie atrás: más de 4 millones de usuarios acceden
a las tarifas sociales de energía; casi 1 de cada 3 hogares.
Tenemos además
la obligación de reducir nuestro impacto en el cambio climático,
cuyas consecuencias muchos argentinos viven en primera persona por inundaciones
y sequías.
Declaramos a 2017
como el año de las energías renovables y el Plan RenovAr
ya adjudicó 59 proyectos en los que captaremos la energía
en 17 provincias por una inversión privada aproximada de 4.000 millones
de dólares. Así vamos a generar decenas de miles de puestos
de trabajo en los próximos dos años.
Reabrimos la Escuela
de Guardaparques Nacionales y avanzamos en la creación de áreas
protegidas como la Reserva Natural Silvestre "El Rincón" en Santa
Cruz, el Parque Nacional Aconquija en Tucumán, los Esteros del Iberá
en Corrientes y el Impenetrable chaqueño. Espero que el Congreso
sancione las leyes para convertir estas áreas en parques nacionales.
Ratifico nuestro
compromiso de duplicar la superficie de áreas naturales protegidas.
La inseguridad es
una de las mayores angustias y preocupaciones de los argentinos.
Empezamos por reconstruir
la estadística criminal: no teníamos números reales
desde 2008.
Enviamos parte de
las fuerzas federales a los lugares con más problemas de violencia
y comenzamos a trabajar juntos con las provincias. Por ejemplo, en Rosario
redujimos un 20% la tasa de homicidios y más de un 30% los robos
calificados.
Lo mismo hicimos
en provincia de Buenos Aires, donde estamos asistiendo a 31 municipios
con más de 6 mil efectivos de fuerzas federales.
Para que los argentinos
puedan vivir tranquilos tenemos que trabajar en equipo.
Juntos hemos recapturado
a más de 2.300 prófugos de la Justicia.
Debemos cuidar también
a quienes nos cuidan, darles equipamiento, tecnología y capacitación.
Extendimos el plan de formación de los suboficiales de las fuerzas
federales de 4 a 9 meses y abrimos un centro de formación de alto
rendimiento para los niveles superiores de las fuerzas federales y provinciales
que se capacitarán juntos.
Si queremos resolver
el problema de la inseguridad tenemos que dar un debate serio sobre un
nuevo Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil.
Para combatir el
narcotráfico tenemos que trabajar todos juntos. En agosto invitamos
a gobernadores, ministros, diputados y senadores, miembros de la Justicia
y representantes de instituciones religiosas y otras agrupaciones de todas
las provincias a asumir juntos el Compromiso Argentina Sin Narcotráfico.
Este combate nos
obliga a trabajar en distintos campos, incluyendo la protección
de nuestras fronteras, las mejoras urbanas, la inteligencia criminal y
la prevención, porque no alcanza con ir detrás de la oferta.
Por eso declaramos la Emergencia Nacional en Materia de Adicciones.
Estamos trabajando
en los puntos más complejos de nuestras fronteras. Y estamos instalando
un tercer radar para contar con tres que funcionen 24 horas por 7 días.
Vamos a recuperar
el control del territorio que el Estado fue perdiendo. Más presencia
y mejoras urbanas son fundamentales para prevenir la instalación
de redes criminales.
Un ejemplo es el
Programa Barrios Seguros, gracias al cual la tasa de homicidios en el Barrio
31, ex Villa 31, se redujo en un 72% en 2016. Vamos a replicar esta experiencia
en más barrios de todo el país con alta violencia.
Estamos concentrados
en desarmar la cadena de cada narco-organización. El trabajo comenzó
y de a poco vamos viendo los frutos.
En 2016 incautamos
30% más de cocaína y 600% más de éxtasis que
en 2015.
El Congreso acompañó
estos esfuerzos con la sanción de leyes como la de flagrancia, que
logra sanciones en 48 horas para terminar con la llamada puerta giratoria.
Hacia delante, tendremos
que debatir proyectos como la ley contra el paco, la reforma del código
procesal penal, la de extinción de dominio de los bienes de los
narco-criminales y la reforma del sistema penitenciario.
Para que los argentinos
puedan vivir más tranquilos nuestra Justicia necesita cambiar. Creemos
en una Justicia independiente, que dé respuesta rápida a
la gente.
Estamos avanzando
con el plan Justicia 2020, que busca lograr una reforma integral del sistema
judicial y hacer una Justicia cercana a la comunidad, moderna, ágil
y transparente.
El Congreso aprobó
varias leyes de Justicia 2020 y tiene otras en estudio.
Vemos que se empieza
a investigar con libertad y eso es positivo. Pero necesitamos avances.
A más de dos años de su muerte, queremos saber qué
pasó con el fiscal Nisman y su denuncia. Es una de las tantas heridas
a curar para unirnos por un futuro en común.
Las obras, los proyectos,
todos los logros que necesitamos, los vamos a alcanzar si nos unimos.
Durante años
fuimos conducidos a un enfrentamiento permanente, padeciendo persecuciones
y un estilo de pensamiento que descalificaba al otro.
El diálogo
no sólo es nuestra metodología. Es nuestra manera de entender
la política y la vida.
Comenzamos a devolver
a las provincias el dinero de coparticipación que les correspondía
para hacer un país realmente federal.
Nuestra función
principal es servir a los argentinos; por eso hablamos con los periodistas
y respondemos sus preguntas para rendir cuentas a la sociedad.
Dejamos de hacer
de los medios públicos y de los programas culturales herramientas
partidarias o ideológicas.
Incluso una buena
iniciativa como Tecnópolis había sido usada con fines partidarios.
Las buenas iniciativas tienen que permanecer. Mantuvimos Tecnópolis,
la dotamos de contenidos pluralistas y la llevamos a muchas provincias.
La cultura nos tiene
que unir y fomentar nuestra capacidad de innovación a partir del
pluralismo.
En Argentina ha
vuelto el diálogo. Los funcionarios de mi gobierno y yo seguimos
tocando el timbre para escuchar de primera mano lo que la gente quiere
decirnos.
La política
misma tiene que cambiar para representar ese cambio que ya está
en la sociedad.
Una de las decepciones
de 2016 fue el escaso avance en los proyectos de reforma política.
Fue sancionada la
ley que hace obligatorios los debates presidenciales, pero no la reforma
electoral.
Es una vergüenza
que en el siglo XXI sigamos votando con un sistema viejo y abierto al fraude.
Esforcémonos
para que esto no sea así en 2019. Tenemos que cerrarle la puerta
a la trampa.
La corrupción
es un mal que envicia lo político. Detrás de ella hay millones
de argentinos sin cloacas, hay rutas destrozadas y hay tragedias que se
podrían haber evitado, como la de Once.
Hoy la obra pública
dejó de ser sinónimo de corrupción.
Gracias a que en
Transporte hicimos licitaciones transparentes y una mejor contratación
de proveedores ahorramos más de 32.000 millones de pesos.
Con ese dinero se
podrían construir dos puentes como el Chaco-Corrientes o hacer 65
corredores de Metrobus como el de La Matanza, que será el más
extenso del país.
La corrupción
se combate con transparencia e integridad. En este sentido, el Congreso
logró dos hitos en 2016: la sanción de las leyes de acceso
a la información pública y del arrepentido.
Todos los gobiernos,
nacional, provinciales y municipales, debemos profundizar nuestras políticas
de integridad pública para cuidar la transparencia y la confianza
depositada en nosotros.
Como dije hace unas
semanas en conferencia de prensa, pedí a la Oficina Anticorrupción
que cree un mecanismo para separar mi actuación ante cualquier suspicacia
frente a un potencial conflicto de intereses.
Quiero que todo
sea transparente y abierto, que nadie dude de las decisiones que tomo,
porque soy el Presidente de todos y mi deber ético es defender el
interés público y el patrimonio del Estado.
En los próximos
días publicaremos dos decretos sobre juicios y contrataciones para
la gestión de los conflictos de intereses.
La ética
y la transparencia no es solo una obligación del sector público
sino que compromete también al sector privado. Por eso, siguiendo
los más altos estándares internacionales, pido al Congreso
que debata y sancione la ley de Responsabilidad Empresaria en casos de
corrupción.
Hasta hace poco
tiempo, el Estado manipulaba sus estadísticas públicas. Hoy
los argentinos tenemos estadísticas confiables, algo indispensable,
porque necesitamos saber dónde estamos parados.
Incorporamos tecnología:
implementamos el sistema de expediente electrónico en todos los
ministerios y el Plan País Digital en más de 800 municipios
para agilizar y mejorar la gestión.
Estamos jerarquizando
el empleo público. En 2016 capacitamos a más de 25.000 personas
y esperamos triplicar esta cifra para que cada vez más personas
que se desempeñan en el Estado sientan el orgullo de mejorar en
forma concreta la vida de los demás.
Vemos al siglo XXI
y al mundo como una fuente de oportunidades y no como una amenaza.
Los beneficios de
la integración van más allá de lo económico.
Queremos que nuestras empresas se inserten en cadenas globales de valor
y que la inversión extranjera genere empleo.
La inserción
tiene que ver también con colaborar en la lucha contra el crimen
organizado, con enriquecernos con otras culturas, con colaborar en los
grandes desafíos del planeta, desde el cambio climático hasta
la paz.
Tenemos que recordar
la bendición que significa vivir en una zona de paz, cimentada sobre
nuestra alianza estratégica con Brasil y con un Mercosur que es
más que una plataforma comercial.
Resolvimos problemas
pendientes con los países del Mercosur y de la región y comenzamos
a pensar los desafíos del futuro. Establecimos relaciones maduras
y pragmáticas con el resto del mundo: nos visitaron una gran cantidad
de jefes de Estado o de Gobierno, incluyendo a 5 de los países del
G7.
En 2017 vamos a
organizar la Conferencia de la Organización Mundial del Comercio
y la reunión regional del Foro Económico Mundial.
El año que
viene Argentina asume la presidencia del G20, una de las cumbres más
importantes del mundo.
Este es el camino
para avanzar en nuestros intereses, incluyendo nuestro legítimo
reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich
del Sur.
El diálogo
fortalece nuestra posición y nos permite acercarnos para encontrar
una solución definitiva a este prolongado diferendo.
Argentina es cada
vez más un actor protagónico en la región y en el
mundo; empieza a ser reconocida más por sus virtudes que por sus
defectos.
Además, todo
esto nos permite potenciar las oportunidades de empleo y desarrollo de
los argentinos.
El año pasado
les dije que lo que le da sentido a mi presidencia es lograr la felicidad
de todos los argentinos y cuidar a todos aquellos que sufren, a quienes
el Estado viene decepcionando desde hace muchos años.
Por primera vez
en mucho tiempo, hay un gobierno que trabaja en serio para cuidar a todos,
especialmente a quienes viven preocupados por la inseguridad, la falta
de oportunidades o el futuro de sus hijos, y que por eso no pueden disfrutar
de lo más importante que tenemos los seres humanos: los afectos.
Quiero dedicar unos
minutos a hablar de esto, aunque parezca extraño en un discurso
presidencial. Los momentos más felices, más plenos de nuestras
vidas, son los relacionados con los afectos.
Los sentimientos
y las emociones son lo más real que tenemos. Y de eso está
hecho un país. Una sociedad es una inmensa red afectiva.
No podemos vivir
en contacto con las emociones que nos hacen ser lo que somos si no podemos
pagar las cuentas o poner comida en la mesa.
Estamos dando todos
los días pasos en la dirección del país que nos debemos
y merecemos.
Tenemos que ser
la generación que se anime a cambiar la Argentina, que sea capaz
de mirar al siglo XXI y proyectar una Argentina democrática, integrada,
justa y protagonista.
Estamos en un mundo
de mucha incertidumbre y volatilidad. Las discusiones políticas
en el mundo y en países desarrollados reflejan tensiones producto
de la globalización, las corrientes migratorias y cambios tecnológicos.
Autos que se manejan
solos, inteligencia artificial, producción sintética de alimentos,
tecnología genética, robótica, son cosas que dejaron
de ser de ciencia ficción.
Todas ellas pueden
ser oportunidades para resolver algunos de nuestros problemas o pueden
resultarnos amenazas si nos encerramos negando su existencia, debatiendo
una agenda pequeña y hermética.
No nos sirve más
la lógica de guiarnos por el cinismo, la desconfianza y la resignación.
Tenemos que hacernos cargo. Nos lo debemos a nosotros, a nuestros hijos
y los hijos de nuestros hijos. No tenemos excusas.
Después de
15 meses de gestión, sigo convencido de que se puede. Tenemos todo
para salir adelante. Lo que logramos juntos es enorme.